*Pasear por una escalera de casi cien peldaños es dar un breve recorrido multicolor con murales que tapizan las paredes de las casas y observar desde las alturas de esta región de la montaña
Inés Tabal G.
Altotonga, Ver.- Ochenta y tres escalones dividen el cielo de la tierra en Altotonga. Este camino empinado es utilizado todos los días por los lugareños para ascender o descender entre las colonias de la periferia y el centro del municipio.
El nombre de Altotonga proviene del náhuatl y su significado es “lugar de las aguas calientes”, un distintivo que atrae a cientos de turistas cada año es su río, pero no solo guarda paisajes naturales, sino también tiene espacios emblemáticos que se esconden entre la cotidianidad de sus habitantes.
Uno de esos espacios son sus caminos, que de ser lugares comunes se convirtieron en un sitio donde el arte y la infraestructura pueden convivir y dar un mejor aspecto al pueblo, uno de ellos es la escalinata, un paseo sin fin que le roba el aliento a más de uno.
Pasear por las escalinatas es dar un breve recorrido multicolores con los murales que tapizan las paredes de las casas que rodean este paso peatonal.
Desde el punto más alto se puede ver gran parte del pueblo, como La Parroquia de Santa María Magdalena, una imponente edificación que destaca entre todas las construcciones por su arquitectura y color amarillo que sirve como punto de referencia para que los viajeros regresen al centro.
El camino que conduce cuesta abajo parece no tener final, pero durante ese paseo disfrutas de la vegetación de los árboles que con su follaje brindan sombra en todo el descenso.
El viento rosa tu piel, pero a cada paso que bajas se deja de sentir y el calor aumenta. Sentados en las bancas todavía hay parejitas que eligen este lugar para sus citas o para tener una amena platica con sus amigos y junto a eso disfrutar de un paisaje esplendoroso.
Los primeros colores que resaltan en el paseo de los 83 escalones es el verde, amarillo y naranja, los tres forman figuras de pirámides y un camino zigzagueado en los dos costados del pasillo que es donde se cuela el agua en los días lluviosos.
Estas escaleras antes eran un camino de terracería que conducía a las colonias de la periferia, pero fueron remodeladas en el 2016, junto con el alumbrado público se colocó un mural para darle mayor visibilidad, seguridad y para convertirlo en un atractivo turístico.
A cada paso que das se revela una obra de arte que a simple vista pareciera no tener forma, pero al alzar la mirada y con un poco más de atención descubres a una mujer con el cabello azul y una flor blanca, vestida con una blusa rosa.
En sus manos sostiene una especie de manta blanca que se eleva hasta el cielo. Cada uno de estos trazos se compone de los 83 escalones.
En sus costados también hay murales que los vecinos han colocado; el primero que se alcanza a ver ese el de un leopardo que sale de la “Piedra del Sol” y otros dioses aztecas que parecieran tener la mirada fija en ti.
El rostro de una anciana resalta casi al final de este recorrido, un fondo azul hace resaltar las flores que se encuentran junto a ella, ambos murales fueron realizados por el Taller Tlacuilo, quien también forma parte de este recorrido de multicolores que embellecen con obras de artes de personas emblemáticas en Altotonga.